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Danse et que tourne la terre.

Las olas azotaban las piedras que al salir el sol serían consoladas por sus rayos.

Sin embargo, nada de eso importaba. En ese momento la luna reinaba en el cielo, y su luz plateada pintaba el agua salada en la que Jimin y Jungkook flotaban.

Nadaban en círculos, las plantas de sus pies no tocaban el fondo y las olas comenzaban a formarse a un par de metros de donde se encontraban. Ninguno se atrevía a acercarse al otro, por ello es que rodeaban un punto inexistente que se formaba entre la distancia de sus cuerpos, pero inexplicablemente no tenían miedo de perderse.

—¿Te sientes cansado? —cuestionó en voz alta, y así le alcanzara a escuchar por encima del ruido del mar, mientras batía piernas y brazos para mantenerse en la superficie.

Aunque se sentía bien, lo mejor era regresar, antes de que alguna sirena los encontrara y los arrastrara al fondo del océano.

—Aún no, pero empiezo a tener frío —respondió y el alfa no necesitó más para indicarle con la cabeza que lo siguiera.

Jimin aprovechó una ola para que lo lanzara a la orilla, a Jungkook casi le da un infarto por los segundos que lo perdió de vista.

Al final se reunieron en las rocas.

—Regresemos mañana —pidió el menor sin pensarlo, y cuando lo hizo se arrepintió.

Jungkook estaba ahí por trabajo, no para cuidarlo.

—Intentaré terminar antes, así podremos meternos cuando inicie el atardecer —propuso sin percatarse, gracias a la oscuridad, de la expresión adversa.

No pudo evitar sonreír al escuchar su respuesta, aunque no quería ser una molestia, le gustaba su compañía, era reconfortante.

—¿Puedo hacerte una pregunta, Jungkook? —dijo con un hilillo de voz apenas audible.

Como no escuchó respuesta en los siguientes segundos, pensó que el rugido de las olas absorbió su voz, se puso de pie para regresar a la calidez de la casa, pero su muñeca fue rodeada por los largos dedos del alfa, que no le sostuvo con fuerza, pero tampoco con suavidad, sino con la firmeza necesaria para retenerlo.

Jimin observó su rostro desde arriba, la luz pálida de la luna le otorgaba un tono diferente a la piel bronceada de Jungkook, se veía irreal, demasiado hermoso.

—Dime qué quieres saber.

Aunque su tono no fue duro ni autoritario, sí tuvo el impacto preciso para no darle otra alternativa.

—El matrimonio concertado entre Soonyoung y tú, ¿alguna vez te hizo sentir que estabas perdiendo tu libertad? —expulsó sin dudar, si le estaba dando el permiso de preguntar, entonces no había motivo para dudar.

Sin soltarlo, Jungkook lo miró por un buen rato, el omega no sabía si estaba pensando, o si estaba ignorándolo y tan solo se concentraba en detallar sus facciones.

—No, con Soonyoung comencé a sentirme más libre que lo que hice todo el tiempo que estuve sin conocerlo —explicó con naturalidad, repentinamente, como si aquella declaración formara parte de sí mismo.

Jimin que había estado reteniendo el aire en sus pulmones, por fin fue capaz de expulsarlo. Lo hizo de tal forma como si rompiera algún encanto.

Y desde el fondo de su corazón, creyó que ambos eran muy afortunados.

✧✦✧

No le había hecho una promesa, pero igual esperó que llegara esa tarde para nadar con él.

Los últimos rayos de sol se asomaban por el horizonte, Jimin suspiró.

Era fácil soñar despierto, imaginar que estaba ahí con Jungkook para disfrutar de unas pequeñas vacaciones, que eran una pareja y que tendrían un bebé.

Cada vez que su cabeza inventaba una historia de ese estilo, al final se reía con amargura. Ese sueño no era posible para él, porque era de Soonyoung.

Cuando el cielo oscureció, decidió salir a la terraza y acostarse en una tumbona, con su palma abierta acarició su estómago.

—Tendrás unos padres maravillosos —musitó como temiendo que alguien más le escuchara—. Tienes que ser bueno, comer sano y crecer apropiadamente —aconsejó consciente que jamás tendría la oportunidad de decírselo directamente, porque una vez que saliera al mundo, él tendría que marcharse lejos.

La verdad es que no tenía nada que hacer en Seúl, quizá se mudaría ahí, a Phuket, o a Chiang Rai, a un sitio donde nadie lo conociera. Donde el "Park" no tuviera peso.

Se mantuvo dando calor a su vientre con su palma y sin ser consciente del transcurso del tiempo, tan sumido en sus pensamientos que hasta que la silla a su lado hizo ruido al alguien dejarse caer encima, fue que reaccionó a su alrededor.

—¿Te duele? —cuestionó señalando su estómago.

Jimin negó con la cabeza.

—Tardé para terminar de una buena vez con el trabajo —aunque no le debía una explicación, deseaba decirle el motivo por el cual no cumplió su palabra.

—¿Entonces nos vamos? —dijo ocultando la decepción de su voz.

Se la había pasado la mayoría del tiempo durmiendo, apenas había logrado disfrutar del lugar.

El alfa le observó antes de responder.

—Me gustaría que nos quedáramos un par de días más, ir a la playa por la mañana, comer afuera, y recorrer la isla con calma ¿qué te parece?

La propuesta desarmó por completo a Jimin, jamás esperó aquello, sus ojos sin quererlo se nublaron y una lágrima resbaló por su fría mejilla.

Al verlo Jungkook, como si hilos invisibles tiraran de su cuerpo, cayó de rodillas a su lado para limpiar con su dorso la cara roja del omega.

—¿Qué sucede? —su preocupación se podía oler en el aire.

Jimin negó con la cabeza, para darle a entender que estaba bien.

—Es que el bebé me pone muy sensible, en la mañana lloré porque me levanté tarde y no alcancé a ver un programa de televisión que me gusta —explicó riendo a la vez que más lágrimas se escapaban de sus ojos.

El alfa rió aliviado y llevó su diestra al vientre del menor.

Su toque hizo revolotear miles de mariposas en su estómago.

✧✦✧

La risa de su esposo y Jimin se escuchó en la entrada.

Soonyoung abrazó con fuerza el cojín que descansaba en su regazo.

Poco a poco aquellas alegres voces familiares se fueron acercando hasta que de repente cesaron por completo.

Jungkook le observó con el rostro pálido, como si hubiera visto un fantasma, o como si apenas lo recordara.

Quiso levantarse y darles la bienvenida, pero el nudo en su garganta, y el peso terrible de sus extremidades se lo impidió.

El alfa dejó las maletas en el suelo y corrió a su lado. Se sentó junto a él y tomó sus manos.

—Hey, ¿por qué no me llamaste? ¿Por qué no me avisaste que regresarías a casa? —le interrogó mirándole fijamente.

La expresión de Soonyoung carecía de emoción, parecía un cascarón vacío.

—Llamé a la oficina de la empresa, tu asistente me dijo que habías salido a Phuket por trabajo —respondió con dificultad, su voz se negaba a salir clara.

Su pareja llevó una de sus manos a su rostro, para apartar el flequillo que le caía en los ojos, fue así que descubrió el color rojizo en estos y las bolsas de ojeras.

—¿Qué sucedió? ¿Cómo está tu abuela? —con ambas manos lo tomó de las mejillas.

Soonyoung dejó caer sus párpados, y de sus labios pálidos expulsó:

—Murió.

En su interior se arremolinaron mil emociones, unas de alivio por tenerlo de vuelta, otras de rencor porque no estuvo con él cuando más lo necesitó, porque ni siquiera hizo el intento de buscarlo, ni de preguntar por él. Y desearía decirle que no le hacía falta, que podía enfrentar cualquier situación sin él, porque era un omega fuerte e independiente, pero su corazón se sentía tan pesado en su pecho que no podía ni ponerse de pie, no podía seguir llorando porque en soledad lo hizo tanto que quedó seco, y ahora, solo necesitaba que lo abrazara y le prometiera que todo estaría bien.

Jimin observó cómo Jungkook tomaba a su omega para acercarlo a su pecho, rodeándolo con sus brazos y como protegiéndolo del mundo entero.

Avergonzado, con la sensación de que había mirado algo que no debía, tomó la maleta que antes el alfa le ayudaba a cargar, y subió las escaleras en dirección a su habitación.

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